viernes, 30 de enero de 2015

Herida


Herida

Esta herida que me duele y duele no es mi herida,
aunque se confunda enamorada de mi cuerpo;
es el raro latir de un extraño a pecho abierto
en un dolor vaporoso que dolor destila.

Y no deja de sangrar, lo mismo que una fuente
surtidora de un agua teñida de corinto,
color que tornasola los tiempos infinitos
de ausencia que retoza bordada en aguafuerte.

Herido estoy, tú eres tal herida, tú eres eso
y esa tristeza que me regalas, enamora
la pluma del poeta que embebida transborda
del tintero al papel su mejor logrado verso.

Es ese suplicio, de tu amor, lo que me queda,
la franja de pasión que tras mis iris cintila,
el fuego ya apagado que sus destellos brillan
en la vítrea memoria que aún crepita ingenua.

Llaga que por ti es llaga y, por ti, no tiene cura,
pena que, por ti, es pena doliente que no amaina,
tristeza que mi cuerpo no quiere que se vaya
de un calvario que no ansía mitigarse nunca.

Mujer, sólo es herida
lo que de ti me queda.
Ya no estás... pues que duerma
en mi piel y en mí siga.





domingo, 11 de enero de 2015

Antiparaguas


                                                       Antiparaguas

  Son las diez de la noche y suena el teléfono en la sección local del Instituto meteorológico.
¡Riiiinnnggg...! ¡Riiiinnnggg...!
Buenas noches. Dígame...—responde una cansada voz femenina.
Buenas noches —el hombre que llama, en tono cordial, no se anda con preámbulos y va directamente al grano—¿Sería usted tan amable de decirme qué tiempo hará mañana?
Tras unos instantes de silencio, la voz de antes responde.
Ah, pues mire, no sé qué decirle. Yo me encargo de la limpieza. Ya pasan de las diez de la noche y aquí no queda ni un alma.
Pero, la suya si que está... vamos, digo yo.
Que sí, que sí... la mía sí, pero es que yo no soy meteoróloga.
Creo que tampoco hay que serlo para saber eso. Además, algo habrá oído comentar antes de que los expertos se fuesen.
¡Ah, es cierto! Se habló bastante de ello al enviar el informe a las televisiones. La previsión es que mañana lloverá, o, en caso contrario, que no habrá lluvia.
Pues me deja usted tal cual. Esa probabilidad no despeja mi incógnita y me hace polvo.
Precisamente ahora estoy yo desempolvando pluviómetros, barómetros, termómetros y otros“ómetros”.
!Qué puñeta! "Ometróricamente" hablando, claro —breve pausa—. Hágame un favor. Quite bien el polvo al pluviómetro a ver qué dice.
Transcurren unos segundos y la mujer responde.
Pues no ha dicho ni mú.
¡Vaya por Dios! Es que mañana tengo que salir, ¿sabe?
Pues lleve paraguas, por si acaso.
Es que soy muy tímido y me da mucha vergüenza que me vea bajo él la gente de la vecindad.
Póngase una gabardina.
Es que no tengo. Por eso quiero saber si lloverá, para entonces hacerme una tortilla.
¿Una tortilla? —pregunta sorprendida la mujer.
Exacto. Esa es la razón por la que quiero estar seguro de si habrá tormenta. Así ya la dejo hecha esta noche.
Pero... y eso para qué...
Para no mojarme, como el paraguas me incomoda tanto, me pongo la tortilla de sombrero.
¿Y no le da reparo llevar puesta una tortilla en la cabeza?
No. Es que la hago francesa y allá casi nadie me conoce.
A mí me pasa algo parecido. No tengo amistades en Francia.
Yo tengo tan sólo un amigo allí. Y hace lo que yo: se prepara una tortilla, aunque española, para echarse a la calle los días de lluvia.
Pues, en invierno, lo que se gastarán ustedes en huevos...
Él no tiene problema. Lleva tiempo viviendo con una gallina.
¿Y usted no?
Yo tengo un gallo inglés en casa, pero está rebelde. No pone nunca.
Es que los ingleses son muy suyos.
Eso he oído. Bueno... voy a hacerme esa tortilla con los tres huevos que me quedan. Espero que sean suficientes porque yo tengo la cabeza bastante grande.
No olvide ponerle una pizca de perejil, que queda más rumbosa.
Gracias, pero perejil no le pongo, porque me da acidez. Y luego en vez de lluvia normal, tendría que sufrir los efectos de la lluvia ácida.
Pues mire; se me ha hecho la hora y apenas he aviado. Tengo que colgar. Ya le he oído decir bastantes tonterías, ¿sabe...?
Cuelgue, cuelgue usted, que yo seguiré hablando otro rato mientras se calienta el aceite.
   ¡¡Tú, tú, tú, tú....!!